El consumo sostenible de energía es un consumo que atiende a criterios de sostenibilidad ambiental y social, es decir es un consumo que permite el bienestar de las generaciones actuales sin desmerecer el futuro de las generaciones futuras. Debemos y podemos consumir energía, pero solo la justa y necesaria, utilizando los equipos y procesos mas respetuosos con el medio ambiente.
Tal como dice la declaración de Dublín: "El medio ambiente depende de nuestras acciones colectivas, y el medio ambiente de mañana de nuestras acciones de hoy".
No fue hasta la última mitad del siglo XIX cuando la sociedad empezó a utilizar la electricidad a gran escala en las factorías, y no fue hasta entonces cuando el hombre utilizó la máquina de vapor y el motor de explosión. En cierta manera, el uso que se ha hecho de la energía durante el siglo XX y principios del XXI es excepcional en la historia de nuestra especie.
En este período se ha incrementado el consumo de energía per cápita en todo el mundo casi diez veces, mientras que la población se ha multiplicado por seis y, desde los años sesenta, el consumo de energía en el mundo se ha triplicado. Este creciente y aparentemente imparable aumento de la demanda de energía se satisface con la explotación de los recursos fósiles del planeta, ya que casi cuatro quintas partes de la energía consumida por el ser humano procede del carbón, el gas natural o el petróleo. Nunca se habían explotado los recursos naturales a un ritmo tan intensivo y extensivo como ahora.
La constatación de este fenómeno histórico ha hecho nacer los temores sobre el agotamiento de los recursos naturales, y el mundo científico ha alertado sobre alguna de las consecuencias de las actuaciones del ser humano sobre el medio ambiente, muchas relacionadas directamente con el desmedido consumo de energía de nuestra sociedad moderna.