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Efecto invernadero

Por causa de la actividad humana, el dióxido de carbono (CO2) y otros gases, como el metano (CH4), el óxido nitroso (NO 2) y los clorofluorocarburos (CFC), están aumentando significativamente su concentración en la atmósfera. Estos gases tienen la propiedad de retener una parte de la energía que emite la superficie terrestre hacia el espacio, a causa del calentamiento que provoca la radiación solar. Como resultado de esta retención, se calienta la atmósfera terrestre. Este fenómeno se denomina efecto invernadero.

De hecho, la presencia de estos gases en la atmósfera (especialmente el CO2) y el efecto invernadero en sí mismo han existido siempre y son los responsables de que aquí, en la Tierra, haya condiciones de temperatura y humedad, entre otras, que permiten la vida en nuestro planeta. Lo que no es normal, es el aumento tan significativo de la presencia de estos gases en la atmósfera, a causa de la actividad humana (producidos, principalmente, por la combustión de materiales fósiles en procesos de urbanización, transporte e industrialización, entre otros) y que puede provocar un aumento de la temperatura global del planeta.

Entre todos los procesos que emiten gases precursores del efecto invernadero, los que más contribuyen son los procesos de producción de energía en las centrales térmicas (descrito a continuación), el de la quema de combustibles para el transporte (coches, camiones, autobuses, aviones, etc.) y, en menor medida, los variados procesos industriales que se llevan a cabo en las fábricas, en la descomposición de las basuras, en la ganadería y en la agricultura. El gas que se emite en mayor cantidad es el dióxido de carbono (CO2), y es el que contribuye más al efecto invernadero, aunque hay otros gases que absorben de una mayor forma el calentamiento de la atmósfera.

La amenaza potencial que representa un cambio climático es demasiado grave como para esperar tener un mejor conocimiento de los procesos que implica el efecto invernadero. De esta manera, se impone la necesidad de tomar medidas desde ahora, y éste es uno de los objetivos del Convenio sobre el Cambio Climático firmado en Río de Janeiro en el año 1992, y de la pasada Conferencia de Kyoto en Diciembre de 1997, donde se consiguió el primer acuerdo internacional para reducir las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero que influyen en el cambio climático.

Algunos gases se comportan como las paredes de un cristal de un invernadero: permiten la entrada del calor del Sol, pero no dejan que sea irradiada al espacio. Eso provoca un recalentamiento de la Tierra.

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