Existen prácticamente tantos tipos de central eléctrica como fuentes de energía. Sin embargo, su capacidad de producción y su nivel de eficiencia (es decir, la cantidad de electricidad que pueden obtener a partir de la transformación del recurso primario), dependen del potencial energético de la fuente utilizada y de la tecnología aplicada.
Generalmente, todas las centrales de producción de electricidad se basan en dos elementos clave que son necesarios para conseguir esa transformación: la turbina, que transforma el calor o el movimiento producido por la fuente de energía primaria en energía mecánica, y el generador, que convierte la energía mecánica de la turbina en electricidad.
Habitualmente, las centrales eléctricas se encuentran situadas en lugares adecuados para facilitar su producción: cerca de los puntos de abastecimiento de combustible (centrales térmicas), junto a embalses o pantanos (centrales hidroeléctricas) o en puntos en los que se dan condiciones de viento y sol favorables (parques eólicos o instalaciones fotovoltaicas y termosolares).
En España, actualmente, las centrales térmicas de producción de energía (carbón, ciclo combinado y fuel/gas), unidas a las centrales nucleares, disponen de una potencia instalada conjunta de unos 50.000 MW. A estas centrales hay que añadir las que utilizan otro tipo de recursos energéticos (principalmente fuentes de energía renovables), y que suman unos 45.000 MW más (95.000 MW en total).