La contaminación que la actividad humana genera se manifiesta de diferentes formas, con aumentos de temperatura (entre 0,3 y 0,6 ºC los últimos 50 años en Europa) o a través del crecimiento del nivel del mar (entre 10 y 25 cm en los últimos 100 años). Todo ello se debe a la utilización excesiva de los combustibles fósiles como fuente de energía. La combustión de carbón, petróleo o gas natural emite a la atmósfera gases nocivos y generadores del efecto invernadero.
Estos problemas se agravan si además se tiene en cuenta que el consumo energético mundial aumenta drásticamente, impulsado principalmente por economías emergentes como las de China e India; estimándose que, hacia el año 2050, se duplicará la energía consumida en nuestro planeta. Si a esto le sumamos que las reservas existentes de petróleo se están reduciendo y que en muchas ocasiones se encuentran en regiones conflictivas, es fácil vislumbrar una situación complicada a medio-largo plazo para el panorama energético mundial.
¿Qué pueden aportar las pilas de combustible?
Por los motivos mencionados anteriormente, las pilas de combustible y la utilización del hidrógeno pueden ser una solución al problema medioambiental; principalmente, porque alcanzan eficiencias altas con niveles de contaminación bajos.
Su utilización generalizada depende aún de avances en determinados ámbitos de su tecnología. Es preciso aumentar la durabilidad media de sus componentes, disminuir los costes de fabricación y conseguir una buena infraestructura de fabricación y distribución del hidrógeno. En estos logros reside el que sea factible la transición de una economía basada en los combustibles fósiles hacia una economía basada en el hidrógeno como combustible, la denominada "Economía del hidrógeno".