No se sabe muy bien, pero parece que de forma conocida, el carbón mineral empezó a utilizarse como combustible en China, hace unos 2000 años. También se dice que los ingleses conocieron su uso por aquella época y que de ellos aprendieron los romanos. El antiguo mundo no conoció, o no utilizó, el carbón mineral.
Por el contrario, sí existen referencias muy antiguas del uso del carbón vegetal que, como se ha dicho, se obtiene por calentamiento de la madera en ausencia de oxigeno. Se tienen datos de que a partir del siglo XI el carbón mineral ya se utilizaba en Inglaterra, y en el siglo XIII los ingleses lo explotaban y lo transportaban en barcos a Londres y otros puntos de consumo para producir calor.
Existe un manuscrito (la Crónica Sajona) donde se menciona el uso de carbón para uso doméstico y se tienen datos oficiales de una concesión de explotación, en forma de privilegio concedido en 1259 por Enrique II a los habitantes de Newcastle, para hacer excavaciones con objeto de extraer carbón de los campos de su castillo.
Fue en la Inglaterra de Isabel I (1558-1603) cuando se empezó a utilizar con mayor asiduidad el carbón que se sacaba de las minas de Newcastle y Cardiff.
No obstante, durante una época el carbón fue denostado en Inglaterra y sometido a impuestos, ya que no había necesidad de él en una sociedad de vida sencilla y con abundantes bosques. Fue el crecimiento de Londres, y la progresiva desaparición de bosques y maderas lo que hizo que en el siglo XVII tomara cuerpo el comercio de hulla para satisfacer la demanda de las ciudades que estaban en continuo crecimiento.
En 1670 se descubrió que al calentar carbón se obtenía un gas luminoso. Un siglo después William Murdock iluminaba su casa con gas obtenido de la destilación del carbón. Pero el carbón alcanzó importancia cuando Abraham Darby descubrió en los primeros años del siglo XVIII el proceso que permite obtener coque a partir del carbón.
La máquina de vapor de doble efecto inventada por James Watt y patentada en 1769 dio origen a la llamada Revolución Industrial, y el carbón se convirtió en uno de los principales protagonistas de la misma. James Prescott Joule determinó la relación de equivalencia entre el calor y la energía mecánica lo que permitió introducir mejoras haciendo máquinas más eficientes. Como curiosidad puede decirse que el rendimiento del organismo de los seres vivos es mucho mayor que el de la máquina de vapor mejor construida, y puede hacer más trabajo con el mismo gasto de combustible.
En el siglo XVIII se descubrieron en Norteamérica los grandes yacimientos de carbón y su consumo empezó a ser imparable. Se sabe que a pequeña escala lo habían utilizado los indios Hopi, en la actual Arizona.
El siglo XIX consolidó la generalización de la extracción y consumo de carbón utilizado para el desarrollo industrial de los países y el ferrocarril.
La primera Guerra Mundial consolidó al carbón como principal fuente de energía, aunque posteriormente (poco antes de la segunda Guerra Mundial) el petróleo sustituyó al carbón en ese papel preponderante como fuente de energía. Sin embargo, al final de la década de los setenta (siglo XX), con la denominada crisis del petróleo, el carbón representó más del 25% de la demanda de energía primaria mundial.
A partir de los años ochenta (siglo XX), y hasta nuestros días, la importancia del carbón es indiscutible; y aunque existe una tendencia a disminuir su participación relativa en el conjunto de fuentes de energía de los países más avanzados, esto no ocurre en los que están en vías de gran desarrollo industrial, como China, India, Brasil, etcétera.
Por lo que se refiere a España, y más concretamente a Castilla y León (existen otras Comunidades Autónomas con yacimientos de carbón, con su importancia e historia: Asturias, Aragón, Andalucía, Castilla-La Mancha y Galicia), puede decirse que el despegue de la minería del carbón tuvo un cierto retraso con respecto a otros países con una industria más avanzada en el siglo XIX.
En la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, España precisaba importar carbón, si bien a finales del siglo XIX la minería del carbón ya había logrado un cierto desarrollo.
El retraso alentado por las facilidades para la entrada de carbón extranjero y la merma de los costes de los transportes al aprovechar los barcos el retorno a sus puntos de origen, cargados de cobre del Suroeste de España, aceite y productos agrícolas, se mantuvo hasta que el incremento de los costes, el fuerte crecimiento de la siderurgia vasca y el desarrollo del ferrocarril, facilitaron y requirieron de manera clara un desarrollo de la minería del carbón en España. Entre 1.895 y 1.900 la producción de carbón en España se incrementó en un 50%, llegando hasta 2,7 Mt/año.
En todo este contexto temporal (segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX) se pueden encuadrar las minas del Norte de León y Palencia, ligadas al ferrocarril y a la industria vasca. La Magdalena, Ciñera, Sabero, Valderrueda, Guardo, etcétera, tomaron cuerpo como cuencas y zonas mineras, en las que algunas empresas emblemáticas mantienen actualmente su actividad, y sin duda, son depositarias y transmisoras de grandes conocimientos y técnicas mineras, sin dejar de adaptarse a los nuevos tiempos y necesidades de altas productividades, realizando importantes esfuerzos e inversiones en tecnología y seguridad para continuar siendo en los próximos años fuente de empleo y riqueza a la vez que contribuyen a un abastecimiento energético equilibrado y no excesivamente dependiente de otros países.
El carbón, durante la primera mitad del siglo XX pasó por diversas vicisitudes sorteando las crisis de las dos grandes guerras mundiales y teniendo siempre un papel muy importante como fuente de energía. Tras la segunda guerra mundial, el petróleo le quitó algo de protagonismo, pero el carbón siempre ha sido muy importante.
Por otra parte, la ubicación de Centrales Térmicas de carbón en El Bierzo (León) a finales de los años cincuenta, supuso el despegue de la minería del carbón en la zona, que debía alimentar con sus minas de antracita a dichas centrales termoeléctricas. Pasando por altibajos, el carbón ha sido la fuente de riqueza más importante en diversas comarcas de la provincia de León, y sigue teniendo un papel decisivo, dependiendo del funcionamiento de las centrales térmicas.
En la actualidad, desde una perspectiva general, puede decirse que los países avanzados que tienen grandes reservas de carbón mantienen su consumo tratando de utilizar tecnologías más limpias y eficientes, compatibilizando su uso con energías renovables, gas natural, etcétera. En algunos países, entre los que se encuentra España, actualmente existe un rechazo social importante a la energía nuclear, y mientras que no se resuelva el problema de generación de energía no contaminante, dominada tecnológicamente por el hombre, segura y que esté disponible en cantidades suficientes el carbón será necesario y se seguirá utilizando.
Disposición de la carbonera