Consideraciones ambientales

El gas natural es el combustible de origen fósil con un menor riesgo de impacto ambiental, ya que su estado gaseoso y su composición hace que no comporte efectos negativos para las aguas o el suelo si se produce un escape. En el caso de grandes fugas de gas se produce una afectación del aire a escala global (cambio climático), ya que el metano que constituye el gas tiene un potencial de efecto invernadero superior al del dióxido de carbono.

Solo en las etapas de explotación, extracción y transporte, en las que hay una intervención física sobre el territorio, se pueden realizar actividades que pueden resultar perturbadoras para la fauna, la flora o los ecosistemas locales. El impacto ambiental de estas tareas, no obstante, está limitado temporalmente si se adoptan medidas de prevención y corrección que restituyen el entorno a su estado natural. Cuando un yacimiento de gas natural se da por agotado, se procede al desballestamiento de las plataformas y su retirada y al sellado del pozo, o es utilizado como almacén de natural de gas.

El gas natural es también el combustible más limpio referente a las emisiones de CO2, ya que son inferiores a los otros combustibles fósiles (hasta un 50% que las del carbón, y un 30% que las del fueloil). Esto es debido a su elevada proporción hidrogeno-carbono, que favorece una mezcla más perfecta con el aire y una combustión más eficiente. Además, no genera partículas sólidas, impurezas o residuos, y un nivel de emisiones de óxidos de nitrógeno también más reducidas, siempre en comparación con el carbón y los productos derivados del petróleo.

Uno de los principales problemas ambientales de nuestra era son los residuos y las aguas residuales. La descomposición anaeróbica de los residuos orgánicos genera grandes cantidades de gas metano, gas de efecto invernadero. Una óptima gestión de estos residuos es la generación de biogás (gas metano). Una planta de biogás permite reducir el impacto ambiental que provocan los residuos orgánicos en el medio ambiente y genera un combustible, el biogás, apto para aplicaciones energéticas.

El gas natural y el biogás tienen una composición química muy parecida, pero el gas natural se considera energía no renovable (debido a su origen fósil) y el biogás una energía renovable ya que se puede producir de la descomposición de residuos, recurso renovable.