Aquí en la Tierra la principal fuente de energía es el sol. Un 54% de la radiación solar no llega a la superficie de la Tierra, es reflejada por las capas altas de la atmósfera. Y de la energía que llega la mitad son radiaciones infrarrojas, el 41 % luz visible y el resto otras radiaciones.
Casi toda la energía que utiliza el hombre tiene su origen en el Sol.
La gran cantidad de energía que éste produce llega a nuestro planeta en forma de radiación electromagnética, que nos da luz y calor, y de esta manera hace posible la vida. Esta energía que nos llega del Sol, se puede aprovechar de diversas maneras. La acción directa de los rayos del Sol sobre la atmósfera crea diferencias de temperaturas que originan los vientos, las olas y la lluvia. Todas éstas son fuentes de energía directa del Sol, y se denominan: eólica (cuando proviene del viento), hidráulica (cuando proviene del agua), solar térmica (cuando se aprovecha el calor de los rayos que provienen del Sol), y solar fotovoltaica (cuando se transforma la luz solar en electricidad).
Al mismo tiempo, la radiación solar permite que las plantas crezcan (proceso de fotosíntesis) y sirvan de alimentos a los animales herbívoros, y éstos, a los animales carnívoros (cadena trófica). Toda la materia orgánica de estos seres vivos se acumula en el subsuelo y, después de millones de años, llega a originar los yacimientos de petróleo, gas natural y carbón (ciclo del carbono). Estos yacimientos son, en el fondo, energía solar acumulada, y los elementos que provienen de estos yacimientos se denominan combustibles fósiles.